El sector público no está ajeno a las dinámicas económicas del capitalismo, aunque inciden en él de forma diferente. La coyuntura actual viene marcada por la crisis del modo de producción capitalista, que tiene dos manifestaciones fundamentales:

     1. Por un lado la expansión del capitalismo le lleva a chocar con sus límites internos. La constante caída en la tasa general de ganancia hace que, a pesar de los aumentos en la productividad de las sucesivas mejoras técnicas en los procesos productivos, no sea suficiente para mantener el crecimiento económico global. La manifestación de esta circunstancia se evidencia en la inestabilidad económica generalizada de la última década, marcada por la mayor recesión globalizada en medio siglo y su débil recuperación.

     2. Por otro lado se evidencia la llegada a los límites externos del capitalismo, por dos vías: el agotamiento de los recursos naturales y la quiebra de las bases de la "reproducción social", las bases que reproducen los esquemas sociales actuales. Estos dos fenómenos, relacionados, amenazan la expectativa de aumentar el crecimiento económico global, derivando en conflictos que minan aún más la posibilidad del crecimiento económico.

Esta situación internacional se traduce en los distintos estados de la periferia europea, en una posición de debilidad regional y de subalternidad a otras instancias internacionales. Independientemente de la lectura política que se realice de la situación, es evidente que afecta a los Estados y sus administraciones pues la subordinación a la que están sometidos respecto de instituciones económicas supranacionales condiciona las posibilidades de sus sectores públicos. Así es la situación del sector público en el Estado Español, el cual tiene unas condiciones derivadas directamente de las decisiones de las instituciones económicas europeas, por lo que es imprescindible para las organizaciones sindicales contar con una perspectiva y una estrategia internacional que posibilite una intervención más efectiva.

Por otro lado, la crisis ha sido una manifestación de los citados límites internos del capitalismo, por los cuales el valor que se produce no es suficiente para sostener todas las estructuras necesarias para repetir el ciclo. Es ese proceso el que explica que el imparable ritmo de recortes sobre el estado del bienestar no se deba tan solo a una codicia desmedida por la acumulación de una parte de la sociedad –la cual es indudable- sino que tiene una causa estructural originada en el propio funcionamiento de la economía capitalista. En este sentido, el estado del bienestar está en la misma crisis terminal que el resto de la economía capitalista, y no va a sobrevivir. La mutación de la economía mundial hacía un sistema económico postcapitalista en las próximas décadas es impredecible, pero ya está en marcha.

En esta perspectiva, desde el anarcosindicalismo ponemos el foco en la transformación de la sociedad y en la importancia de organizar el trabajo socialmente necesario para sobrevivir al colapso del capitalismo y construir una economía racional y al servicio de las necesidades de las personas y su entorno. Por ello CNT no se limita a disputar cada euro para que se destine a salarios y a servicios y no a mordidas o armamento, sino que CNT apoya y promueve las estructuras embrionarias de otra sociedad que pueden construirse desde hoy. Sobre esto, dos apuntes:

-En cuanto a la disputa económica, CNT es consciente de los enormes recortes que se han producido en el sector público en la última década: recorte salarial desde 2010, aumento de la jornada en 2012, congelación de las reposiciones… Esta situación, lejos de revertirse con el aumento de beneficios patronales que se empieza a dar en 2015, se apuntala. Ya en 2018 vemos un primer avance, tímido y mísero, en la recuperación de derechos con el II acuerdo para la mejora del empleo público y las condiciones de trabajo [http://www.cnt.es/noticias/cnt-ante-el-ii-acuerdo-para-la-mejora-del-empleo-p%C3%Bablico-y-las-condiciones-de-trabajo]. Nuestra valoración de este acuerdo se suma a la expresada por nuestra confederación.

-En cuanto a la generación de alternativas, el sector público no admite de atajos. La única forma de recuperar el sector público para ponerlo al servicio de la población es mediante cambios radicales en sus funciones y cometidos, para después acomodar sus estructuras a sus nuevos fines. Dichos cambios solo aceptaremos que vengan impuestos por la clase trabajadora, por lo que cualquier otra reforma bajo la situación actual solo podemos entenderla en el sentido más amplio de la redistribución de la riqueza, y no solo de los recursos económicos sino también de conocimiento y de otros recursos inmateriales que la administración puede poner al servicio de la población y que contribuyen a satisfacer las necesidades e intereses colectivos.